La historia de este viaje comienza en diciembre de 2019, ese año fue un poco duro para mí y estaba agobiado, decaído y harto de siempre lo mismo, necesitaba salir de mi entorno y despejarme, así que decidí mirar viajes fotográficos y por suerte o cosas del destino encontré un viaje a Groenlandia justo en mis vacaciones, me puse en contacto con la empresa encargada del viaje, en este caso Wild watching Spain ubicada en Riaño, publicaron un viaje a Groenlandia en agosto de 2020 y me dije a mí mismo ¡Por qué no!. El problema vendría con la pandemia y en agosto no se pudo viajar, así que muy amablemente, la gente de Wild Waching Spain nos mantuvieron las plazas para el 2021, esta vez se realizaría desde finales de julio a primeros de agosto, pero otra vez la pandemia y la entrada rigurosa de Groenlandia nos dejó fuera de juego, en ese viaje aprovechamos que teníamos los vuelos desde Reikiavik a Groenlandia por qué estaba el volcán activo, así que decidimos hacer el viaje a Islandia y estar allí 10 días. Por fin llegó el 2022, con mucha ilusión la gente de Wildwaching nos comunicó que este año sí se podría viajar. ! A la tercera la vencida¡
Equipo que lleve para este viaje:
Cámara: Canon Eos R5, con L-plate modular BR5 de Really Right Stuff
Objetivos: Canon EF16-35mm f/2.8L III USM Canon RF24-70mm F2.8 L IS USM, EF 70-200mm f/2.8L IS II USM y RF100-500mm F4.5-7.1 L IS USM
Trípode: Leofoto Poseidon LP-324C, rotula Really Right Stuff Bh-30 y un raíl para las panorámicas.
Filtros: Lucroit y Format Hitech 165mm
Mochila: F-stop TILOPA 50L DuraDiamond®
Día 1:
Comienza el viaje, quedé con Enrique Acha en Salinillas de Buradon a las 3:30 para llegar a estacionar el coche en el parking de aeropuerto de Madrid a las 8:00 y acudir al punto de reunión en el Aeropuerto de barajas terminal T4, allí nos juntamos Víctor Compan, Enrique Acha, Luis Alcaraz, Jose Cuesta y un servidor, cogimos nuestro vuelo desde Madrid a Copenhague (se me hizo un poco largo). Una vez en Copenhague teníamos unas horas de disfrute por la tarde, para visitar un poco la ciudad y como somos unos ansias, cogimos las cámaras, estuvimos haciendo fotos por la ciudad y pudimos coger unos buenos colores al atardecer. También pudimos degustar algo por la zona de Nyhavn.
Día 2:
7:00 Llegó el día de partida, en el aeropuerto de Copenhague quedamos con Carmen, que llevaba unos días por la ciudad. Después de hacer el check in y dejar las maletas con el peso adecuado, ya que no podíamos pasarnos de 20 Kg en la maleta facturada y 8 Kg en la maleta de cabina, nos fuimos a desayunar algo antes de embarcar en el vuelo que nos llevaría a Kangerlussuaq.
Llegamos al Aeropuerto de Kangerlussuaq después de 4:15, hicimos una parada cortita para hacer el transbordo, para coger un Turbohélice, era la primera vez que subía a un avión de este tipo, me sorprendió el ruido de las hélices y el poco recorrido de despegue y de aterrizaje, fueron unos 45 minutos de vuelo que nos llevaría de Kangerlussuaq a Ilulissat, nuestro destino final. Una ¨ Ciudad ¨ de 5000 habitantes muy bonita y pintoresca.
Llegamos a Ilulissat a las 11 hora local y allí estaba nuestro guía Nestor Rodan esperándonos y sin perder ni un minuto nos informó de todo lo que haríamos este primer día. Nos dirigimos del aeropuerto a nuestro hotel Best Western Plus Hotel Ilulissat para hacer el check in e ir a comer y por la tarde después de descansar un poco iríamos a la primera navegación entre los icebergs. Yo estaba nervioso, no sabía si el barco se movería en exceso o si me marearía.
Después de comer teníamos un poco de tiempo libre, la mayoría de las navegaciones salían entre las 18:00 y las 19:30, así que el primer día aprovechamos para ir a hacer algunas compras, pan, fruta y algunas cosas más, ya que las cenas no queríamos hacerlas en restaurantes, nos llevamos comida envasada (jamón, cecina, chorizo etc.) y así ahorrar un poco, que la comida es cara allí.
Una vez descansados, llegó la hora de la navegación, dimos un pequeño paseo hasta el puerto de Ilullisat, donde habíamos quedado con Aputsiaqg nuestro capitán, la lluvia no cesaba, así que nos refugiamos donde pudimos hasta que llegó, nos montamos en el barco y yo llevaba una sonrisa nerviosa, que se volvió sonrisa de ilusión (como un niño pequeño) cuando empezamos a pasar al lado de los icebergs.
La lluvia siguió parte de la tarde, pero dejaría de llover antes del atardecer, la navegación de 3 h de duración fue increíble, el barco era muy muy estable, tanto que hice varias panorámicas durante la navegación. Las luces que tuvimos y las vistas fueron brutales, así que os dejo algunas fotos del primer día.
Después de la navegación, aún con la sonrisa puesta, nos reunimos en el hotel a cenar y compartir nuestras historias y después de un día largo, muy largo (desde las 7 de la mañana hora española, hasta las 3 h hora española allí son 4 horas menos).
Día 3:
Amanece, después de mal dormir por el jetlag, llegan las 7:00, nos reunimos en el restaurante del hotel para disfrutar del desayuno y pensar qué hacer, ya que el segundo día daban lluvia, además nuestro capitán dijo que no se podría navegar por el viento. A las 8:00 nos reunimos en el hall del hotel para aprovechar y dar una vuelta por la ciudad, con sus pintorescas casas.
Por la tarde quedamos para iniciar una pequeña ruta (la ruta azul), una ruta que nos llevaba desde el hotel a «El banco con las mejores vistas del mundo», daban lluvia intermitente, pero ya en el último momento se unió el viento que sumado a la temperatura que había (unos 4-5 grados) decidimos volver al hotel, llegamos empapados, ya que no teníamos donde resguardarnos.
Día 4:
8:00 en el hall del hotel después del desayuno, pero esta vez la ruta fue algo más dura, la ruta amarilla y la rodilla empezó a dar la lata casi al final, pero mereció la pena por las vistas del discobay, impresionante.
Por la tarde, mientras esperábamos a nuestro barco, que venía con algo de retraso respecto a la hora acordada, nos acercamos a la zona de la bahía a sacar fotos de la iglesia al comienzo del atardecer que allí es larguísimo y da para mucho.
Por fin segunda navegación, con muchas ganas de volver a la zona y mientras esperábamos a nuestro barco vimos partir los famosos veleros rojos, nos dijimos entre nosotros «qué suerte sería poder verlos y más poder fotografiarlos».
Pues la suerte corrió de nuestro lado y al girar la punta de un iceberg del tamaño de un edificio de 7 u 8 plantas, allí estaban los dos veleros con las velas rojas entre icebergs y con el atardecer anaranjado por detrás, una imagen ES PEC TA CU LAR. El resto de imágenes son tanto o más espectaculares, con un mar en calma como un espejo, un atardecer eterno y con unas nubes dando un toque dramático, no hace falta más para que yo me vuelva loco.
Día 5:
Vuelta a levantarnos, una nueva ruta, esta vez una combinación de la ruta amarilla y azul hasta la zona del fiordo donde se concentran los icebergs apelotonados a la espera de salir al Discobay, la vista, el sonido o más bien la ausencia de sonido solamente roto por los sonidos de los icebergs chocando entre sí es impresionante. A la vuelta nos paramos a ver el centro de interpretación de Ilullisat y tomarnos algo dentro, ya que hay una cafetería.
Por la tarde en la navegación, salimos a ver los icebergs y sí teníamos suerte, ver alguna ballena por la zona y sí, volvimos a tener suerte y tuvimos suerte de ver una muy tranquila, tampoco el capitán del barco era intrusivo con ellas, cosa que agradecí mucho, ya que en otras ocasiones he visto como se abalanzan casi encima y no me parece bien, así que estaban muy tranquilas a nuestro alrededor.
Día 6:
Despertamos el sexto día con una mañana un poco desapacible, no llovía, pero el día estaba gris y con neblina, así que decidimos no hacer ninguna ruta y Néstor nos llevó a ver zonas de la ciudad que no habíamos visitado, con una parada a tomar café y hacer alguna compra en las tiendas locales.
Por la tarde despejó y volvimos a navegar, esta vez con aún más ganas de ver ballenas, salimos a ver si podíamos verlas, pero si no lo hacíamos, teníamos información, ¡los veleros estaban por la zona!!! Así que teníamos varias posibilidades, pero lo que sucedió esa tarde fue algo impresionante, que ni en mis mejores sueños.
De primeras vimos un par de ballenas que iban juntas, salían y entraban mostrándonos la aleta caudal (la cola), también se nos acercaron tanto que podíamos tocarlas con las manos.
En un momento, que fue como un flash, una de ellas saltó dando una especie de tirabuzón, no tuve tiempo a sacar ninguna foto y cuando me disponía a bajar la cámara desilusionado, pero feliz de haberlo visto en directo, la otra ballena saltó de una forma espectacular que esta vez si tuve tiempo a sacar 3 fotos. Debo decir, que las fotos fueron complicadas, ya que están a contra luz, también Víctor Compan lo grabo todo con la GoPro atada a la proa del barco.
Después de la locura de las dos ballenas, nos dirigimos a ver algunos iceberg aislados, para dar más juego y ¡sorpresa!
Allí estaban los dos veleros, la alegría aumentó dentro de mí, saqué la cámara para poder sacar los veleros de velas rojas y un iceberg espectacular al atardecer, este día volví con muchísimas fotos y una grandísima sonrisa de oreja a oreja, nunca pensé que podría ver un par de ballenas saltar y mucho menos tener una foto de ese momento.
Día 7:
Este día iba a ser un día especial, me levanté el primero y como soy un culo inquieto, necesitaba salir a hacer un amanecer, salté de la cama a las 4:40 con un amanecer un poco soso, he de decir, me acerqué hasta la iglesia Zion de Ilullisat justo delante está la bahía, hice unas cuantas fotos y panorámicas hasta las 7:00, que habíamos quedado para el desayuno.
Desayunamos y salimos de ruta, mi rodilla iba un poco floja, así que dejé que marcharan por la ruta amarilla, esta vez a la contra hasta la zona del Discobay, yo fui a mi ritmo en el que hacía paradas, para sacar algunas fotos así poder darle respiro a la rodilla.
Por la tarde a primera hora nos tocaba navegación, pero no una navegación cualquiera, una de 6 H, nos desplazamos hasta el glaciar Eqi, nos acompañó Gumberg un fotógrafo y piloto de dron local que hacía 22 años que no iba, este glaciar se divide en 2 glaciares, uno es enorme y peligroso porque los icebergs que caen son muy grandes y el otro más pequeño, que es al que fuimos tenía 3,4 km de ancho y 278 metros de alto, las aguas parecían espejos, ver como caían bloques de hielo y escuchar los crujidos internos del glaciar con el silencio de allí era abrumador, de vuelta contemplamos el atardecer que fue un espectáculo con tonos naranjas y rosas.
Día 8:
Último día en Ilulissat, como no me quedé a gusto con el amanecer del día anterior (no es una buena localización para amaneceres, ya que queda de espaldas), volví a levantarme pronto y volver a intentarlo, así que me acerqué de nuevo a la zona de la iglesia y esta vez sí que me quedé más a gusto, no fue un bombazo de cielo, pero me gustó más que el anterior.
Después de desayunar Gumberg, nos dijo para hacer una ruta que conocía para ver una cueva a la que no pudimos acceder por su dificultad. Esa mañana mi rodilla me daba bastante la lata, así que decidí no llevar el equipo a cuestas y fui a disfrutar de la ruta y el paisaje, alguna foto de móvil y alguna que nos sacó Gumberg con su características fotos en blanco y negro, gracias Gumberg.
Para rematar el día, una última navegación con un cielo despejado entre los icebergs, admirando los tonos maravillosos que cogen los icebergs a última hora, esos tonos amarillos, morados y rosáceos, una maravilla.
Un viaje inolvidable con una gente espectacular, dar gracias a todos los compañeros de viaje Víctor Compan, Enrique Acha, Luis Alcaraz, Jose Cuesta, Carmen Garriga y a Néstor Rodan como guía que es un crack. También agradecer a Gumberg por su simpatía y su buen rollo, una gran persona.